Titulares

martes, 17 de agosto de 2021

Nombres con los que describimos a las personas fallecidas según la causa

Por: Cristino Aquino


En la conversación criminalística se suelen usar erróneamente términos como si fueran sinónimos. Ese desconocimiento se suele dar con los derivados de la palabra «cadáver«. Por eso hoy vamos a aclarar las dudas que giran alrededor de cuatro términos: cadáver, difunto, occiso e interfecto.

Para eso, revisaremos lo anotado por la Real Academia Española en lo tocante al idioma, pero también nos apoyaremos en el Manual de criminalística de la Policía Nacional del Perú.

Cadáver 

La Real Academia Española reconoce que el sustantivo cadáver significa cuerpo muerto, una forma de referirse a un fallecido.

Algunos sostienen que proviene del latin cadāver, que a la vez proviene de la expresión caro data vermibus. O sea, carne dada a los gusanos, una frase que los romanos inscribían en los sepulcros.

Otros defienden que viene de la raíz cado, caer o caído, que parece ser la respuesta con más evidencia académica, aunque la menos interesante.

Es anecdótico recordar que en otras lenguas, como el alemán, kadaver equivale al cuerpo muerto de animales y no a humanos fallecidos.

Podemos destacar aquí el proceso inicial que siguen las autoridades al encontrar un cadáver, antes de saber la condición o causa del fallecimiento. Las diligencias iniciales obligan a examinar el lugar en el que aparece el cuerpo, la posición de este, las prendas que lleva o la presencia de sustancias extrañas o armas.

Se trata pues de preservar la escena criminal, lo que equivale a mantener todo en la misma condición física con la que se halló. Esto teniendo en cuenta que todo puede afectar el caso.

Difunto

En esta ocasión, la RAE nos brinda un escueto «dicho de una persona muerta» o un «cadáver». En otras publicaciones, han profundizado en su significado precisando que el término es empleado sobre todo en el lenguaje funerario.

Algunos podrían decir que el origen de la palabra tiene un origen en el antiguo derecho laboral. El término proviene del latín deffunctus, una suma del prefijo «de» usado para hablar de separación y functus, referido para la palabra «desempeñar».

Se usaba para referirse a la personas que se jubilaban luego de alcanzar cierta edad y haber cumplido con la sociedad a la que pertenecían.

Occiso

Occiso, según la RAE, es el «muerto violentamente». Uno puede encontrar más detalle en el origen de la palabra. El latín occisus-a-um servía para definir al que fue «matado» y viene de otra expresión, occidere. Esta palabra se utilizaba como el verbo cortar, trocear o asesinar bajo estas acciones.

¿Cómo se determina que estamos ante un occiso y no ante un cadáver? Aquí se aplica una ciencia que es bien explicada en el Manual de criminalística prologado por el doctor José Antonio Lorente Acosta.

Entre las áreas periciales que son fundamentales para determinar las condiciones de una muerte están la traumatología forense, la tanatología forense, la patología forense y los análisis de restos óseos.

Profundicemos un poco en la primera de estas, que para el autor del texto es una de las más importantes. La traumatología (o lesionología) es una rama de la medicina forense que estudia los aspectos médico-legales de los traumatismos.

En palabras simples, estudia el daño al organismo que resulta de un hecho violento. Aquí se analiza las lesiones del tipo contuso, asfixias, explosiones, arma blanca, arma de fuego, térmicas, eléctricas, radiológicas, físicas y químicas.


Esto se complementa directamente con la patología forense ya mencionada, que estudia el daño interno más específico en los órganos y vísceras. Y también con el análisis oseo, que sirve para identificar datos específicos de la persona asesinada, así como determinar el momento de la muerte.

Interfecto

Este concepto engloba a una persona que ha muerto violentamente, en especial si ha sido víctima de una acción delictiva.

Interfecto viene del latín interfectus, que era usado desde entonces para referirse al que ha sido asesinado de forma brutal. Esa palabra también proviene de otra, interficere, que literalmente significa «interactuar». Aunque antiguamente se usaba como un eufemismo para la palabra «matar».

Para determinar un interfecto es vital la patología, que ayuda a determinar el contexto de una muerte según elementos específicos.

Por ejemplo, si la persona presenta restos orgánicos en las uñas, se presume que hubo una pelea antes de su muerte. Y, por lo tanto, arañó a su agresor en el proceso.

Al final, la confirmación de qué concepto es más preciso se determinará en el pronunciamiento médico forense. El informe pericial, que consiste en la evaluación de varios criterios, permite saber con detalle las causas de una muerte y el mecanismo que la provocó.

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