viernes, 16 de mayo de 2025

La indiferencia con rostro de niña



Por : Lisset de los Santos.

La noticia de la caída de una niña en una alcantarilla en Lava Pie, San Cristóbal, ha generado una ola de indignación y preocupación. Más allá del impacto emocional inmediato, la respuesta –o más bien, la falta de ella– por parte de las autoridades es una muestra alarmante de negligencia e indiferencia que merece un análisis profundo. El terrible hecho de que las autoridades abandonaron el lugar, es inaceptable.

No se trata simplemente de una cuestión de recursos. La prioridad absoluta de cualquier gobierno debe ser la protección de sus ciudadanos, especialmente los más vulnerables. Una niña desaparecida en circunstancias tan dramáticas exige una movilización inmediata y exhaustiva de todos los recursos disponibles: bomberos, policía, personal especializado en rescates, defensa civil, voluntarios… La lentitud, o la aparente falta de interés mostrada hasta anoche, sugiere una falla sistémica general en las respuestas a las emergencias que puedan surgir.

Se requiere una investigación inmediata y transparente para determinar la causa de la ineficacia en la búsqueda. ¿Faltaron recursos? ¿Hubo una falta de coordinación entre las diferentes instituciones ? ¿Se priorizaron otras tareas por encima de la vida de una niña? Las respuestas a estas preguntas son cruciales no solo para encontrar soluciones a posibles problemáticas, sino también para prevenir tragedias similares en el futuro.

La indiferencia ante la desaparición de esta niña trasciende el ámbito local. Es un reflejo de una problemática más amplia: la falta de compromiso de las autoridades con la seguridad y el bienestar de la población. La sociedad exige respuestas contundentes, una investigación exhaustiva de quién ordenó se paralizara la búsqueda. El silencio y la inacción son inaceptables. Es necesario exigir responsabilidades y asegurar que este tipo de negligencia no vuelva a ocurrir.

Por obra y gracia del Señor Jesucristo y la firme voluntad del señor Joel que se vistió de valentía y contra todo pronóstico, esperó que se marcharan las autoridades y volvió a ingresar en las aguas oscuras de las alcantarillas donde afortunadamente pudo rescatar con vida a la niña Sheylin Vizcaíno, de a penas 13 años de edad.

Lamentablemente, lo que presenciamos anoche es una profunda desconexión entre las autoridades y la realidad humana que viven nuestras comunidades. Si una menor desaparecida bajo tierra no merece atención continua, ¿qué esperanza nos queda como país?
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