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Adolfina Mejia
septiembre 28, 2024
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En su primer discurso desde Luxemburgo, el Papa Francisco pidió que el país “sea una ayuda y un ejemplo en el indicar el camino a seguir para la acogida e integración de migrantes y refugiados”. Después de la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Luxemburgo, el Papa Francisco se trasladó al palacio para saludar al Gran Duque, Enrique de Luxemburgo, y a la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo.
En el primer piso del palacio, tuvo lugar la presentación de la familia y más tarde se dirigieron al salón de baile para la firma del Libro de Honor y las fotos oficiales con la familia gran ducal.
Posteriormente, el Papa Francisco, el Gran Duque y la Gran Duquesa se dirigieron al Salón de los Reyes para un encuentro privado y el intercambio de regalos.
Paralelamente, en el Bureau des Ministres, tuvo lugar un breve encuentro entre el Primer Ministro, su delegación, y el Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, el Nuncio Apostólico y el Secretario de Nunciatura.
Concluido el encuentro con la delegación vaticana, el Primer Ministro se reunió con el Papa Francisco en el Salón de los Reyes para un breve coloquio. Al finalizar, el Santo Padre se trasladó en automóvil al Cercle Cité para mantener el encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático.
“Las ideologías son siempre un enemigo de la democracia”
Al inicio de su discurso, el Papa Francisco recordó que dos veces, en la primera mitad del siglo pasado, el país “tuvo que sufrir la invasión y la privación de libertad e independencia”.
También destacó su compromiso por construir una Europa unida y solidaria, “dejando atrás por fin las divisiones, los contrastes y las guerras provocadas por nacionalismos exasperados e ideologías perniciosas. Las ideologías son siempre un enemigo de la democracia”, sentenció.
“Aleccionado por su historia, desde el final de la Segunda Guerra Mundial vuestro país se ha distinguido por su compromiso en construir una Europa unida y solidaria”, señaló a continuación.
Enfatizó asimismo su papel como miembro fundador de la Unión Europea y destacó que su “sólida estructura democrática”, que vela por la dignidad de la persona humana y la defensa de sus libertades fundamentales, “es el requisito indispensable para desempeñar un papel tan relevante en el contexto continental”.
En este sentido, destacó “la paciente construcción de instituciones y leyes sabias que, al regular la vida de los ciudadanos según criterios de equidad y en el respeto del estado de derecho, sitúan a la persona y al bien común en el centro, previniendo y contrarrestando los peligros de discriminación y exclusión”.
Más tarde, el Pontífice hizo un particular llamado “para que se establezcan relaciones solidarias entre los pueblos, de modo que todos sean partícipes y protagonistas de un ordenado proyecto de desarrollo integral”.
El desarrollo, para ser auténtico e integral, continuó el Santo Padre, “no debe expoliar y degradar nuestra casa común ni debe dejar al margen a pueblos o grupos sociales”.
“La riqueza es una responsabilidad”
Remarcó también que la riqueza “es una responsabilidad” y por ello pidió “una vigilancia constante para no descuidar a las naciones más desfavorecidas, es más, para que se les ayude a salir de sus condiciones de empobrecimiento”.
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