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Adolfina Mejia
noviembre 20, 2024
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Por: Emiliano Reyes Espejo
ere.prensa@gmail.com
Para los ojos del mundo se trata de una hermosa pareja que se profesa amor eterno. Pero ocurre, sin que lo perciba la gente, que detr谩s del embrujo de aquel amor tierno, puro, fogoso y contagiante subyacen pr谩cticas inusuales, pocos acostumbradas, o no comunes en las tradiciones de los esponsales del remoto poblado.
En principio, los moradores de Yomata se sent铆an abrumados por las preocupaciones, no conceb铆an el extra帽o comportamiento de estos dos j贸venes esposos reci茅n llegados. ¿Por qu茅 tienen que ser as铆?, comenzaron a preguntarse. Llam贸 la atenci贸n las vibrantes expresiones er贸ticas, desenfrenadas, propias de amantes que surgen con la fuerza de un hurac谩n en los cobijos de la pasi贸n.
Esas relaciones ardientes y entusiastas, abiertas y disolutas que flu铆an sin tiempo ni espacio produjo un shock entre los moradores de esta tranquila comunidad conservadora y vida sosegada.
Los mozalbetes sol铆an aprovecharse para pasar por el frente de la casa donde se hosped贸 la pareja. Era un espect谩culo verla entregarse sin rubor en escenas propias de pel铆culas prohibidas.
- “A esta hora los m茅dicos hacen el amor con las puertas abiertas, vamos a verlos”, expresaban los muchachos en las banquetas de la avenida Libertad.
El inusual hecho caus贸 alarma y dispar贸 en la poblaci贸n un mar de comentarios ladinos y comenz贸 a observar esta conducta como algo ajeno a las costumbres locales.
Para todos resultaba inveros铆mil, incre铆ble, y lo percibi贸 como un mal presagio de lo que vendr铆a despu茅s. La bella pareja de m茅dicos Julio Almendares y Susana Taylor de Almendares hab铆a sido designada para ofrecer sus servicios en el dispensario sanitario de la comunidad.
Ellos no ten铆an reparos en prodigarse sublimes gestos de amor a la vista de todos o hacer un acto de exhibicionismo ba帽谩ndose desnudos en el r铆o. Se deslizaban entre lo excelso y hermoso de la vida, d谩ndose besos y caricias que terminaban en explosiones de arrebatos y desenfrenos con 茅xtasis inimaginables.
La inusitada manera de expresarse el amor, seg煤n rememoran vecinos de la 茅poca, rompi贸 el equilibrio, el estilo y la forma de vivir de los habitantes de Yomata. Por primera vez hubo all铆 asomo de amores libres, abiertos y sin tapujos que distaban mucho de las usanzas pueblerinas.
Los m谩s conservadores deploraban estos procederes. Persist铆an las antiguas usanzas al momento de practicar el amor. Los m谩s j贸venes, en tanto, aceptaban de buena forma estos actos amatorios, porque asum铆an que con esta pareja afloraba la magia del amor, un destello de luz y dulces ternuras en la comunidad.
A partir de su presencia, la vida no fue la misma en Yomata, dec铆an. Los moradores comenzaron a mostrarse m谩s desinhibidos y result贸 lo inevitable, la forma de los dos “periquitos del amor” prodigarse cari帽o a la luz de la luna o bajo los fuertes rayos del sol, en la intimidad del nido hogare帽o o en sus encuentros furtivos en r铆os, terminaron contagiando a todos los lugare帽os.
Algunos afirmaban que era el preludio de un mundo desenfrenado. Pero tambi茅n se hizo presente un mayor c煤mulo de expresiones ocultas de felicidad entre los habitantes.
¿Qui茅n iba a sospechar que detr谩s, en el trasfondo de estas estampas amorosas, se escond铆an raras formas de prodigarse el amor?
La gente comenz贸 a recelar de estos amores casi perfectos, dando lugar a cuestionamientos. ¿Qu茅 impulsa a estos a entregarse tan apasionadamente en sus relaciones?
Los rumores no se hicieron esperar.
La pareja se agred铆a despu茅s de hacer el amor. Eso llam贸 la atenci贸n y la gente comenz贸 a especular sobre el porqu茅 de esas acciones. ¿Era algo normal que estos practicaran el amor sin prejuicios ni ocultamiento p煤blico?, se preguntaban.
La pareja no solo se amaba, sino que respond铆a a una rara manera de agresi贸n consensuada.
Los idilios que se consideran raros, como los de estos j贸venes, han sido motivo de innumerables y profundas investigaciones por parte de eruditos de la conducta, los cuales, tras sus indagatorias, concluyen casi siempre que detr谩s de todo existe algo sublime, una especie de fen贸meno insondable e indescifrable.
Por eso no result贸 extra帽o lo que luego se vio venir.
En principio su presencia caus贸 alegr铆a. El modesto centro de salud del lugar estaba ac茅falo y la llegada de estos fue motivo de j煤bilo. Solo una enfermera emp铆rica prestaba all铆 sus servicios porque la comunidad se hab铆a quedado sin m茅dico.
El cambio se not贸 de inmediato, ya que, adem谩s de m茅dicos, a partir de entonces lleg贸 a este lugar el amor sin barrera. Ellos no solo ofrec铆an sus servicios facultativos, sino que mostraron una faceta no muy conocida en el lugar: una singular cara del amor. La gente comenz贸 a imitarlos, prodigando cari帽o con la espontaneidad propia de la naturaleza humana.
Esperaban un m茅dico
En aquel apartado poblado, muy conocido por su tierra pr贸diga para la producci贸n agr铆cola, especialmente pl谩tano, ca帽a de az煤car y otros rubros, sus moradores rogaban a Dios para que el gobierno le asignara un m茅dico. - “El tiempo de Dios es perfecto, en vez de uno nos enviaron dos m茅dicos”, dec铆an los parroquianos con cierta satisfacci贸n. Ya se hab铆a perdido la esperanza, seg煤n cuentan los habitantes de Yomata, cuando se produjo la llegada de estos m茅dicos.
La noticia circul贸 como p贸lvora en el peque帽o lugar: –“Ah铆 llegaron dos muchachones, buenos mozos ellos, que seg煤n se dice, van a ser ahora los m茅dicos de aqu铆”, comentaban.
Para agradecer a Dios por escuchar sus ruegos, los parroquianos decidieron celebrar una misa con la presencia de los galenos.
Las campanas de la iglesia repiquetean insistentemente el d铆a del oficio religioso. Los bomberos tocaron la sirena y la banda de m煤sica enton贸 algunas marchas en la glorieta del parque. La gente expres贸 alegr铆a por la presencia de la pareja y comenz贸 a llevarle regalos a su hogar, como racimos de pl谩tanos, guineos, rulos, mangos, aguacates, lechosas, entre otros.
Con el tiempo, vinieron los recelos
Pero con el tiempo, personas del pueblo, las de m谩s edad, comenzaron a recelar de la pareja, fruto tal vez de que ten铆an otras costumbres y expresaron el amor a la vista de todos. La sociedad entonces le fue retirando el aprecio inicial y empez贸 a verlos como personas depravadas y sin h谩bitos de moral.
Antes de que estos llegaran al pueblo, los noviazgos eran muy formales y los hombres se comportan con mucho respeto hacia las mujeres. El hombre llevaba serenatas a su pretendida y acud铆a a la casa de esta, ped铆a sus manos a los padres, pero ten铆an que esperar a que fueran consentidos.
- “Los hombres eran rom谩nticos. Llevaban flores, daban serenatas y para ese entonces no se maltrataba como ahora a las mujeres”, expresan viejos moradores del lugar. Para entonces tambi茅n las parejas se ve铆an en callejones, en el r铆o y en las “regolas”. Las j贸venes acud铆an a ba帽arse o a lavar las ropas, pero solo eran pretextos para verse con sus enamorados.
Los amor铆os eran actos cuasi misteriosos, llenos de profusos y ocultos temores, propios de c贸digos morales de anta帽o. Eso no quitaba que en los enamoramientos hubiera entregas, lujurias y desenfrenos, con luces y sombras, como siempre, y que estos dieran sus frutos con la aparici贸n de nuevos v谩stagos.
Tambi茅n llegaron los tiempos de los piropos, los encuentros a escondidas y los afectos prohibidos, los flirteos en iglesias, bares o en los paseos en los entornos del parque. La etapa m谩s rom谩ntica fue sellada por las serenatas y por brincar paredes para ver a las enamoradas: - “No importa que pongan vidrios, alambres y cuellos de botellas, voy a brincar la pared para estar al lado de ella”, dice el cantautor de Tamayo Enrique F茅liz en su canci贸n La Pared, inspirada en aquellos tiempos de amores furtivos.
Volviendo con los j贸venes galenos se daban fuertes pellizcos cuando se enfadaban, una forma de manifestarse enconos por alguna diferencia. Eran peleas concertadas, acordadas desde sus tiempos de estudios universitarios. Si peleaban por alg煤n motivo, luego se calmaban de sus rabietas con caricias, pellizcos y evitando as铆 da帽arse.
Terminada su estad铆a de servicios en Yomata estos volvieron a la capital, llevando de aquel rec贸ndito lugar c谩lidos recuerdos de sus apasionados amores sin l铆mites. Continuaron sus estudios de Medicina y se especializaron en cirug铆a. Siendo ya cirujanos 茅stos tuvieron una fuerte discusi贸n mientras realizaban una cirug铆a, pero esta vez no acudieron a las caricias y pellizcos, sino que bruscamente blandieron los bistur铆s y se desafiaron.
La inesperada situaci贸n caus贸 p谩nico entre asistentes y enfermeras en el quir贸fano. Una enfermera amiga desde los tiempos en la universidad sali贸 corriendo de la sala, mientras gritaba:
-Este pleito con bistur铆 no est谩 concertado, ahora es de verdad. ¡S谩lvese el que pueda...!
En ese instante el paciente despert贸 brevemente de la anestesia y cuando vio la actitud de los cirujanos, atin贸 a decir:
-“Terminen primero conmigo, terminen la cirug铆a y despu茅s se matan”. 脡ste se sumergi贸 de nuevo en un profundo sue帽o anest茅sico y cuando despert贸 ya estaba felizmente operado.
El autor es periodista.
Emiliano Reyes
www.ereprensa.blogspot.com
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